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martes, 13 de febrero de 2018

LA DOLLY


   Yo la veía pasar muy tarde, cuando ya habíamos terminado de comer y mi papá empezaba a tomar vino y ponía la de guerra, que empezaba tarde para que los chicos no la veamos, pero yo me quedaba a verla porque mi papá decía que total, afuera había cosas peores que la guerra. Y yo le preguntaba ¿qué cosas? Y mi papá no me decía nada. Y ahí pasaba ella, muy linda, y no miraba para adentro.
     A mi, en verano, me gustaba la ventana abierta, así cuando ella pasaba, entraba el perfume que era rico y me hacía acordar un rato más de ella después, que ya no la veía por la ventana, porque afuera estaba oscuro. Pero mi papá muchas veces la cerraba porque decía que entraban mosquitos, puede ser.
     Un día le dije a mi papá que: ¿a dónde iba? y me contestó que a vos que te importa, y se enojó. Yo me quedé quietito porque a ver si me pegaba, pero no sabía por qué me iba a pegar, si nada más le había preguntado eso. En una de esas no me quería decir andá a saber porqué y ahí se me ocurrió. Me dije para adentro que un día, después de que mi papá se durmiera, total siempre se dormía después de tomar vino, la iba a seguir para ver a dónde iba.
     Y un día, de noche, después de que pasó, yo le dije a mi papá que me iba a dormir, que estaba cansado de la guerra, mi papá se rió, pero yo me fui al cuarto y no me dormí, salté por la ventana aunque hacía frío y di la vuelta manzana y la seguí.
     Iba para el lado de las vías, y si no la veía igual podía seguirla, porque dejaba el olor del perfume que a mi me gustaba cuando entraba por la ventana en verano.
     La seguí y la seguí. Cruzó la vía para el lado de las luces. Yo tenía frío pero qué me importaba, yo quería saber a dónde iba tan tarde, después de la de guerra.
     Hasta que entró en una puertita oscura y chiquita que tenía un señor afuera.
     Yo no sé quién era ese señor, pero creo que no me iba a dejar entrar, por la cara me pareció o porque era grande, más que mi papá.
     Me senté enfrente, en un lugar que había una puerta, porque hacía frío y no me importaba, pero me daba miedo el frío y la puerta y todo, porque era tarde y oscuro y el señor de la puerta y todo eso. Yo quería esperar a ver si salía ¿qué iba a hacer ahí? En una de esas, mucho, no iba a tardar.
     La esperé mucho, seguro que la de guerra ya había terminado y mi papá ya se había dormido, total siempre se dormía después de tomar vino, desde el día que a la noche, mi mamá, se fue cuando mi papá ya no le gritaba. No sé porqué a veces me acuerdo de esto, y cuando me estaba acordando, salió ella, pero no salía sola, salió con un señor que era como mi papá pero con saco. Mi papá no usaba saco porque no tenía, tenía uno, pero todo roto y no se lo ponía nunca.
     Yo la empecé a seguir para ver dónde iba ahora, total, yo quería saber. Y aunque tenía frío quise saber.
     Caminamos y caminamos, yo iba de la vereda de enfrente, para que no me vieran. Como tres cuadras caminamos y yo decía despacito: ¡mirala con ese tipo!, en una de esas es como un novio, porque la agarra del brazo y la lleva, y ella es tan linda, me decía despacito. A mi no me gustaba que la agarrara del brazo, pero no decía nada.
     Y entonces entraron en un lugar con algunas lucecitas en la puerta y un cartelito. Me senté otra vez enfrente para esperar pero hacía frío y me dio miedo otra vez, como la vez que mi papá se enojó con mi mamá y le dijo, fuerte, una mala palabra. Puta, le dijo. Yo me río cuando digo puta, porque sé lo que es. Pero esa vez se lo dijo a mi mamá y se enojó porque le dijo a mi papá que porqué él nunca se iba a trabajar, mejor, en vez de andar por ahí, y no sé que más le dijo, y mi mamá se puso a llorar y yo me fui a dormir, pero como no hacía frío me gustaba dormir sin camiseta y abrir un poco la ventana.
     Al final salieron, pero en la esquina el señor se fue para otro lado y yo agarré y la seguí.
     Caminamos otra vez mucho, como antes, y volvió al lugar de antes pero no estaba el señor grande de la puerta y yo dije: ahora me meto y ella se va a poner contenta, y me metí.
     Adentro era como de noche y no sabía dónde estaba ella. Mirá, dijo uno que estaba cerca mío, tan chiquito y ya le tiran las putas, dijo. Y ahí me vio ella y corrió y me agarró y el señor que dijo eso antes le dijo: dejalo, así se hace grande. Y ella lo miró y le dijo que era un tarado o algo así, y él le dijo: dejalo, ¿no ves que le gustan las putas? Yo la abracé y lo miré al señor y le dije que no, que mi mamá no era ninguna puta y lloré.